Busto del Zurdo de Bielva |
A lo largo de su historia este espacio no solo ha sido el escenario de muchos eventos deportivos, sino que siempre ha servido como lugar de numeroso acontecimientos festivos y sociales del pueblo.
Se construyó en honor a Rogelio González Vinoles, más conocido como el “Zurdo de Bielva”, destacado jugador de bolos, al que se homenajea en la propia bolera presidiendo uno de sus extremos un monumento con busto y placa conmemorativa.
A pesar de ser conocido como “Zurdo de Bielva”, Rogelio, ni era zurdo ni era de Bielva, pues sólo usaba la mano izquierda para jugar a los bolos, y había nacido en La Habana, allá por septiembre de 1896. Hijo de un “tablón” (gentilicio de Bielva) y una cubana, Rogelio se trasladó con sus padres a Bielva a los pocos meses de nacer, por lo que prácticamente no era tanta la mentira.
Bolera de Bielva |
Falleció en marzo de 1960, y cada año, coincidiendo con el último día las fiestas de Bielva, se celebra el Memorial Zurdo de Bielva, que cumplirá este 2015 su vigésimo novena edición.
Tal era su fama que hasta Gerardo Diego o Jesús Cancio, le mencionaron en sus poemas:
Foto antigua en Bielva |
ODA A LOS BOLOS, de Gerardo Diego
Quiero cantar los bolos. Que repique
mi verso duro y su rimar machaque
igual que bola en bolo y multiplique
la estaca seca y su furor no aplaque.
Canto la viril mano que se ahueva
y moldea la masa poco a poco.
Vuela ya, oh peregrina, hacia la meca
Sobre la muda exégesis del zoco.
Oh la bola en el cielo, oh la maraca
Silenciosa. Que nunca se desnuque.
Duerma aún de la órbita en la hamaca.
Clava el cenit, Josué, que no caduque.
Pero la ley, si dura, es ley. Su achaque
no perdona –oh dolor- ni al rey ni a roque.
Cumpliendo su sentencia de almanaque
rueda la esfera a sepultar su choque.
Bosque de invierno, el pálido tembleque
de los nueve emplazados. Cada chico,
se renueva la tala y el más jeque,
el embaque meñique no hinca el pico.
¡Potente Zeus! Raja el rayo seco
la cabeza del bolo que destaca
su honor central y el estampido hueco
se propaga en redor como una traca.
Y a la hora de la siega, ni el Templeque
de Sancho Panza se arma tal retrueque,
tal trigonometría y jeribeque.
Un mástil solo en pie le quedó al buque.
Oh música aldeana sana y rica,
juicio final de Josafat en bloque,
danza macabra de mi patria chica,
infierno y gloria del birbibirloque.
Oh tú, Mallavia, el del sublime saque,
Zurdo de Bielva, oh mago del emboque,
Vuestra elegancia príncipe hunde en jaque
a Fidias y a Mirón, nadie la toque.
mi verso duro y su rimar machaque
igual que bola en bolo y multiplique
la estaca seca y su furor no aplaque.
Canto la viril mano que se ahueva
y moldea la masa poco a poco.
Vuela ya, oh peregrina, hacia la meca
Sobre la muda exégesis del zoco.
Oh la bola en el cielo, oh la maraca
Silenciosa. Que nunca se desnuque.
Duerma aún de la órbita en la hamaca.
Clava el cenit, Josué, que no caduque.
Pero la ley, si dura, es ley. Su achaque
no perdona –oh dolor- ni al rey ni a roque.
Cumpliendo su sentencia de almanaque
rueda la esfera a sepultar su choque.
Bosque de invierno, el pálido tembleque
de los nueve emplazados. Cada chico,
se renueva la tala y el más jeque,
el embaque meñique no hinca el pico.
¡Potente Zeus! Raja el rayo seco
la cabeza del bolo que destaca
su honor central y el estampido hueco
se propaga en redor como una traca.
Y a la hora de la siega, ni el Templeque
de Sancho Panza se arma tal retrueque,
tal trigonometría y jeribeque.
Un mástil solo en pie le quedó al buque.
Oh música aldeana sana y rica,
juicio final de Josafat en bloque,
danza macabra de mi patria chica,
infierno y gloria del birbibirloque.
Oh tú, Mallavia, el del sublime saque,
Zurdo de Bielva, oh mago del emboque,
Vuestra elegancia príncipe hunde en jaque
a Fidias y a Mirón, nadie la toque.
El Zurdo preside su bolera |
¡VOZ Y NERVIO DE LA RAZA!, de Jesús Cancio
El discóbolo griego redivivo
fija en el tiro la maciza planta,
tiende el brazo hacia atrás y se agiganta
de la esbelta parábola cautivo.
La bola, en arco trémulo y altivo,
al bolo da, su vertical quebranta,
y parte hacia el tablón con fuerza tanta
que es, más que un estacazo, un explosivo.
Y tiembla el corro, de emoción deshecho,
y desde el birle al tiro no hay un pecho
que no sienta su ritmo acelerado.
¿Quién convirtió con tan viril jugada
la aldeana bolera en olimpiada?
Es el Zurdo de Bielva, que ha embocado.
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