lunes, 23 de febrero de 2015

FERRERIA DE CADES





Cades cuenta con uno de los conjuntos patrimoniales más valiosos del valle y la región. La visita al vestigio industrial de la Ferrería de Cades permite, además, poder contemplar varios edificios anejos de gran interés: el molino harinero, la casa-palacio de los que fueron dueños de todo el complejo, una panera de 6 patas y una pequeña ermita.

Tanto la ferrería como el molino fueron terminados de construir en 1752. Al exterior vemos un gran edificio, de unos 10 metros de altura, con cubierta a dos aguas, dividido en el centro por un muro cortafuegos (utilizado para impedir que el fuego se extendiera por todo el edificio hasta los almacenes de carbón, en caso de incendio). Buena parte del edificio se encuentra por debajo del nivel del camino por el que se accede, con el fin de hacer más cómoda la descarga del hierro, carbón y demás materiales utilizados durante el proceso de fundición, así como ganar altura en el salto del agua que mueve la rueda principal para generar una mayor caída de agua.

Al sur del edificio, en paralelo al Nansa tenemos el canal, de 2x2 metros, que trae el agua hasta la antepara. La antepara es un depósito de entre 5 y 9m. x 20 de largo, que está adosado al muro de estolda, desde donde se vierte el agua que genera el movimiento de las ruedas hidráulicas.

En el interior vemos una distribución mediante muros de piedra, que dividían las zonas de trabajo.

La nave de barquines, en el extremo sur del edificio, junto a la entrada; aquí hay dos fuelles: dos barquines o fuelles de madera encajados herméticamente, y sobre ella, se conservan los restos de lo que debió ser la cocina, y que serviría también como espacio de “vigilancia” de los ferrones, ya que la ferrería exigía atenciones durante las 24 horas del día cuando estaba en marcha.

La nave del mazo está al norte, al fondo, aquí se encuentra un gran mazo que se acerca a la tonelada de peso y que es el que debía golpear la masa incandescente recien sacada del horno hasta obtener un lingote limpio de impurezas, lo que llamaban un “tocho”. Bajo el mazo aún se encuentra la vieja pieza del yunque, la original, desde 1752, amortiguando el tremendo golpe del mazo para impedir que los golpes dañaran la estructura del edificio. En esta nave también se encuentran los restos del antiguo horno y el acceso a cuatro carboneras y al cuarto auxiliar para estancia del “aroza”, que era el encargado de organizar al equipo de 5 o 6 ferrones que trabajaban en esta ferrrería.

Los restos de la zona de descanso en este espacio y la imaginación de las condiciones en las que desarrollaban su labor son tremendamente representativos de la dureza de este oficio.

Aprovechando la misma carga de la antepara para su funcionamiento se encuentra el Molino de Cades. Recurso fundamental en la vida diaria de los siglos en los que estuvo en funcionamiento (desde 1752 hasta mediados del siglo XX)

El visitante a la Ferrería de Cades, además de encontrarse ante una de las mejores ferrerías conservadas de la región y posiblemente de España, tiene el privilegio de ser testigo de la representación de un tiempo pasado que permite valorar nuestro presente.

 Imprescindible conocerlo.

La reconstrucción, el mantenimiento y la gestión de las visitas guiadas a la Ferrería es llevada a cabo por un equipo de la Asociación de Desarrollo Rural Saja Nansa.

Para reservas o ampliar información podéis visitar la Web de La Ferrería o a través del Tlf: 60810478 email: ferreria@comarcasajanansa.es

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